Los talibanes conquistaron este viernes otras cuatro ciudades y controlan ya la mitad de las capitales provinciales de Afganistán en su avance firme hacia la capital Kabul, mientras los países occidentales se abocan a evacuar a su personal diplomático y cerrar embajadas a pocas semanas de la retirada de sus soldados.
En las últimas 24 horas los insurgentes capturaron Lashkar Gah, capital de la provincia de Helmand, región donde las fuerzas estadounidenses, británicas y de la OTAN tuvieron algunos de los combates más feroces en estos casi 20 años de ocupación.
También entraron en Kandahar, segunda ciudad más grande del país, tras tomar este jueves Herat, la tercera en importancia.
Además se apoderaron fácilmente de Firozkoh, capital de la provincia de Ghor, y de Pul-i-Alam, capital de la provincia de Logar, a tan solo 50 kilómetros de Kabul, informó la agencia de noticias AFP.
De esta forma el Gobierno perdió casi todo el norte, sur y este del país, aunque mantiene el control de la capital y un puñado de ciudades, algunas relevantes como Mazar-i-Sharif y Jalalabad, aunque muchas de ellas en riesgo de ser tomadas por los rebeldes.
La inteligencia estadounidense ya estimó que Kabul podría caer en menos de 30 días y los talibanes podrían tomar el poder total en los próximos tres meses.
«Actualmente Kabul no está bajo amenaza inminente», dijo el portavoz del Pentágono John Kirby a periodistas, aunque admitió que la insurgencia está «tratando de aislar» a la ciudad.
Los rebeldes iniciaron su ofensiva en mayo, cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, confirmó que las tropas extranjeras saldrían del país en torno al 31 de agosto, 20 años después del inicio de su intervención tras los atentados del 11 de septiembre en las Torres Gemelas y el Pentágono.
Pese a lo que está ocurriendo en Afganistán y tras gastar más de 1 billón de dólares para formar y equipar el ejército afgano, Biden afirmó que no lamenta su decisión.
Además de su presencia militar, Estados Unidos decidió reducir su personal diplomático y, al igual que el Reino Unido, anunciaron el envío de soldados que llegarán este fin de semana con el único objetivo de evacuar sus ciudadanos.
En sintonía, Noruega y Dinamarca anunciaron este viernes el cierre temporal de sus embajadas en Kabul y la evacuación de todos los empleados.
Finlandia, Países Bajos y Suiza también tomaron medidas para sacar del país a empleados o colaboradores de sus representaciones en la capital, lo que incluye en algunos casos también a trabajadores afganos.
Con el mismo pesimismo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que esa alianza militar apoyará al gobierno afgano «lo más que pueda» y «adaptará» su presencia diplomática.
«Los talibanes deben entender que no serán reconocidos por la comunidad internacional si toman el país por la fuerza. Seguimos comprometidos con apoyar una solución política para el conflicto», indicó Stoltenberg en un comunicado.
Por todo esto, en Estados Unidos esta situación revivió el doloroso recuerdo de la caída de Saigón en 1975 y la foto que inmortalizó la derrota estadounidense en Vietnam en la que se ve a refugiados subiendo a un helicóptero en el techo de un edificio.
«Las decisiones del presidente Biden nos precipitan hacia una secuela aún peor que la humillante caída de Saigón en 1975», indicó el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, que aprovechó para fustigar al gobierno demócrata por sus decisiones.
Mientras los talibanes seguían ganando terreno, en el ámbito diplomático se intentó en vano llegar a un acuerdo en Doha, en Catar.
El Gobierno afgano propuso este jueves a «los talibanes un reparto de poder a cambio del fin de la violencia», señaló uno de los responsables de las negociadores de paz.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, venía rechazando la idea de un Gobierno que incluya a los talibanes, pero los insurgentes, que antes no lo descartaban, ahora lo rechazan a la luz de los triunfos militares de las últimas semanas.
Las negociaciones terminaron sin avances significativos y en una declaración común, Estados Unidos, Pakistán, la Unión Europea y China afirmaron que no reconocerán ningún gobierno afgano que se «imponga por la fuerza».
Los enfrentamientos tienen un costo altísimo en la población civil. En un mes, al menos 183 civiles, entre ellos niños, murieron en Lashkar Gah, Kandahar, Herat (oeste) y Kunduz, y cerca de 360.000 personas huyeron de sus hogares desde principios de 2021, según la ONU.
Por: Rodo Galdeano
Fuente: Télam